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Bouvard y Pécuchet son almas gemelas reunidas por el azar. Una herencia y un vago deseo de retiro filosófico y del cultivo de la sabiduría harán que se abismen en diversas áreas del conocimiento humano, encontrando en ellas solo escepticismo y desazón. Una auténtica farsa filosófica que sirvió de testamento sarcástico a uno de los grandes escritores del siglo XIX.
«Una obra maestra... Un elogio al detalle y al arte de saber mirar.» JOSÉ MARÍA GUELBENZU
Considerada como una de las cumbres de la narrativa en lengua inglesa y publicada apenas tres semanas antes de morir su autor, Viaje sentimental por Francia e Italia consagró a Laurence Sterne como un genial cultivador de la novela picaresca, pero también como un autor muy cercano a Defoe y Rousseau y, en nuestro ámbito, a Cervantes.
Un lector desprevenido, al ver el título, podría creer que se trata de un libro de viajes a la usanza clásica; pero nada más lejos de la realidad. Su objeto parece insignificante, pues sirviéndose del deambular errático por Francia del despreocupado Yorick -un jovial clérigo, alter ego del autor- la obra parece limitarse a narrar, con suma indolencia, un recorrido «sentimental» en el que lo importante no son los monumentos, las ciudades o los accidentes geográficos, sino las mujeres encontradas, la curiosidad por los personajes conocidos y las pequeñas aventuras iniciadas. La gran habilidad de Sterne, tanto en ésta como en su obra magna, Tristram Shandy, estriba en trascender las más nimias anécdotas del viaje, que para el lector acabarán alcanzando valor de parábola existencial.
Traducción y postfacio de Max Lacruz Bassol
Ilustrado con 71 fotografías de Maxime Du Camp.
«Este texto es un magnífico ejemplo del arte de ver y del arte de escribir de Flaubert. No cesa de pensar en la pintura, en el color, en la expresión de la impresión. Y él mismo se convierte en uno de los elementos pintorescos de sus cuadros, gran vividor, gozador, no se toma en serio, melancólico también, a veces amargo.» (Claudine Gothot-Mersch).
Oriente siempre fue en Flaubert (1821-1880) un tema recurrente que le obsesionaría desde su juventud. Gracias a su gran amigo el fotógrafo Maxime Du Camp, Flaubert, al fin, pudo realizar el viaje de su vida. Tras seis meses de preparativos, recorrerá, de 1849 a 1851, Egipto, Líbano, Palestina, Rodas, Asia Menor, Constantinopla; regresando a Francia a través de Grecia e Italia.
Este volumen recoge la primera etapa del diario de su viaje a Oriente, Egipto, junto con las fotografías que tomó Maxime Du Camp. Con las palabras de Flaubert y los ojos de Du Camp entraremos en Alejandría y El Cairo, y recorreremos el Nilo hasta la segunda catarata, visitando los principales templos, en una travesía que durará cuatro meses y medio.
Novela situada en Cartago, Salambó narra, en un escenario que recrea los esplendores y miserias de la Antigüedad con asombroso detalle, las peripecias de su heroína, hija del caudillo Amílcar, así como su historia de amor con el apuesto Matho. El fasto y la crueldad de ese mundo remoto, el fragor de las luchas, la angustia de los asedios, las tornas que se vuelven, el vigor de sus personajes, hacen sin duda de esta novela una de las diez mejores nunca escritas dentro del género histórico.
Gustave Flaubert (1821-1880) no fue sólo un magistral adelantado de la modernidad, sino también un gran contador de historias, prodigioso creador de ambientes y extraordinario creador de caracteres. Además de Salambó, entre sus obras cabe destacar Madame Bovary, así como La educación sentimental y Tres cuentos.
GUSTAVE FLAUBERT (1821-1880) no fue sólo un magistral adelantado de la modernidad, sino que fue también gran contador de historias, prodigioso captador de ambientes y extraordinario creador de caracteres. La persistente admiración que despierta MADAME BOVARY se debe sin duda a que constituye un personaje literario excepcional. Al hechizo que ejerce la figura de la protagonista hay que añadir la perfección formal de la novela y la sabia combinación argumental de rebeldía, violencia, melodrama y sexo, «los cuatro grandes ríos ?afirma en su prólogo al volumen Mario Vargas Llosa? que bañan su vasta geografía». Un apéndice recopilado por Consuelo Berges, traductora de la obra, reúne los comentarios del autor a lo largo de los cuatro años de elaboración del manuscrito.